El Fondo Monetario Internacional encendió las alertas al proyectar una contracción del 0,3% para la economía mexicana durante el 2025. Se trata de un cambio significativo en comparación con estimaciones anteriores y marca un giro en el panorama económico del país, que hasta hace poco mantenía proyecciones positivas.
El principal motivo detrás del ajuste negativo está vinculado al contexto internacional. Las recientes tensiones comerciales con Estados Unidos —uno de los principales socios de México— han generado un clima de incertidumbre que podría frenar inversiones, afectar exportaciones y comprometer el dinamismo del mercado interno.
Sin embargo, desde el Ejecutivo federal no comparten este diagnóstico. La presidenta Claudia Sheinbaum expresó su desacuerdo con las proyecciones del FMI y defendió la solidez de los indicadores internos. Según afirmó, los modelos de análisis locales reflejan una economía en crecimiento, impulsada por políticas de inversión pública, aumento del consumo y fortalecimiento del empleo.
«Los datos con los que trabajamos son distintos. No vemos señales de recesión, sino un proceso de reactivación sostenida», aseguró Sheinbaum en una reciente conferencia. También señaló que el país ha tomado medidas para diversificar sus vínculos comerciales y reducir su dependencia de Estados Unidos.
A pesar de la postura optimista del gobierno, economistas y analistas del sector privado consideran que las advertencias del FMI deben tomarse con seriedad. Algunos señalan que, si bien México ha mostrado resiliencia, la combinación de inflación persistente, presión fiscal y factores externos podría afectar su desempeño en el corto plazo.
El debate entre las estimaciones internacionales y el relato oficial seguirá marcando la agenda económica mexicana durante los próximos meses, especialmente en un año clave para consolidar proyectos de infraestructura y definir nuevas estrategias de crecimiento.